Los viajes desde pequeña estuvieron presentes en mi vida. He tenido la oportunidad o la necesidad de pisar todos los continentes, para anclarme a Tierra y enamorarme de Ella. Admiro la naturaleza y la magia de la creación. Mi pasión por los viajes a lugares sagrados surge del llamado del Gran Espíritu y la guía interior en el año 2006.
La historia comenzó un día cuando recibo una llamada telefónica de un desconocido y me dice: “Tú tienes que llevar gente a Monte Shasta en Wesak”. En ese momento yo estaba leyendo un libro de Shamballa, el cual me conmovió profundamente y ya había leído el primer libro de Telos, pero nunca había oído hablar de Wesak.
Me puse a investigar y me conecté con mi Ser Superior para pedir guía. Al año siguiente para la luna de Wesak estaba en Monte Shasta con un grupo de diez personas entrañables. Aquel desconocido, al cual conocí años más tarde, no asistió al viaje. Él fue el mensajero que me envió el Gran Espíritu.
Un viaje Iniciático es aquel que te impulsa desde adentro, sientes la llamada tan fuerte de visitar ese lugar que no tienes duda, es algo que quieres hacer y lo haces. Siempre se dan las circunstancias adecuadas, y siempre hay que sortear pruebas que no dejan de ser parte del juego iniciático.
Una vez en el lugar, las cosas se mueven aun más adentro, surgen aventuras y desventuras, todas las necesarias para recordar ciertos capítulos del pasado, pueden ser de esta u otras vidas. La energía del lugar siempre nos conecta con partes olvidadas de nuestra historia; muchas veces aflora un gran dolor de viejas heridas, una gran emoción positiva o negativa, o se nos muestra una película en la mente, etc. Son muchas las puertas que se abren y las que se cierran después de un viaje, al cual nos lleva el alma. Son viajes para limpiar, purificar, sanar y recordar. Siempre hay un antes y un después para todo aquel que viaja conectado a su guía interior.
La curiosidad por la arquitectura o el placer de hacer bonitas fotos no deben ser los móviles de un viaje iniciático. En este tipo de viaje hay que ir dispuesto a fluir con el Gran Espíritu, a fundirse con la naturaleza y sus fuerzas, como el agua fluye por el rio.
La armonía es fundamental en estos viajes, por este motivo se realiza una selección de los participantes. Las energías y los egos han de ser compatibles, por eso dejo esta parte en manos de los Guías espirituales y Ellos son los que aceptan o rechazan al candidato. Hay que estar dispuesto a despertar y salir del letargo, para disfrutar a fondo la aventura del auto-conocimiento.
Normalmente para organizar estos viajes, recibo la guía detallada de la ruta, antes y durante el viaje. Son viajes con “Destino”, pero no fijo e inamovible. Hay una ruta preestablecida, la cual puede cambiar, el Espíritu es libre y el destino no está reñido con el libre albedrío. Dependiendo de la adaptación de los participantes y su evolución durante el viaje, puede cambiar el rumbo 180º, siempre para un bien común.
Han sido muchos los viajes desde el año 2007, hasta ahora a Monte Shasta, Egipto, Nueva Zelanda, Gran Cañón y Chartres; realizados con gran satisfacción y armonía, vividas por todos los maravillosos seres que me han acompañado, física y etéricamente, todos compañeros de camino.
Estoy dispuesta a seguir acompañando gente allá donde el Gran Espíritu nos requiera, para poner nuestro granito de arena desde el corazón sobre Gaia. Siempre hay una causa superior como objetivo del viaje, aunque los participantes no puedan ser conscientes totalmente de esta misión. En este momento, más que nunca, hay que ser solidarios con el proceso evolutivo de Gaia. Su proceso es el nuestro y es el mejor momento para acompañarla, entrar en comunión con Ella, amarla, honrarla y respetarla como la Gran Diosa que es y que todas las mujeres llevamos dentro de forma especial.
Con amor por Gaia y por tí.
Montserrat